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Carolina Mejía: entre el legado familiar y el reto presidencial

Por Luis Alberto Quezada Garabitos
Publicado: Actualizado: 15 Vistas 2 minutos Leer

Carolina Mejía, actual alcaldesa del Distrito Nacional e hija del expresidente Hipólito Mejía, se proyecta como una de las figuras con mayores posibilidades de escalar a la candidatura presidencial dentro del Partido Revolucionario Moderno (PRM).

Su gestión en la capital, sumada a su perfil conciliador y su proyección mediática, la han posicionado como un rostro fresco de la política dominicana, aunque sus aspiraciones presidenciales enfrentan tanto oportunidades como desafíos.

En términos de fortalezas, Carolina Mejía cuenta con un capital político heredado de su padre, pero también con una legitimidad propia derivada de su desempeño como alcaldesa.

Ha cultivado una imagen de cercanía, eficiencia administrativa y modernización de la ciudad, lo que le ha permitido fortalecer vínculos con sectores empresariales y de clase media que valoran la gestión transparente y la planificación urbana.

Además, su condición de mujer le otorga un valor simbólico relevante en un contexto político tradicionalmente masculino, abriendo la posibilidad de captar votos de electores que buscan un cambio en términos de representación de género.

Otra ventaja es su capacidad de proyectarse como una figura de consenso dentro del PRM. Mientras otros aspirantes pueden generar divisiones internas, Mejía ha mantenido un perfil moderado, evitando conflictos abiertos y construyendo alianzas tanto con figuras históricas del partido como con nuevas generaciones.

Su estilo político dialogante puede ser percibido como un activo en un contexto donde el electorado reclama menos confrontación y más soluciones prácticas.

Sin embargo, Carolina también enfrenta debilidades significativas. Su experiencia política, aunque reforzada por la alcaldía, puede ser considerada insuficiente frente a los retos de una presidencia, lo que abre críticas sobre su preparación para dirigir el Estado.

 Igualmente, su cercanía con la figura de su padre, aunque positiva en términos de legado, también puede ser vista como una limitación que alimenta percepciones de continuidad dinástica.

Otro reto es la competencia interna. El PRM, fortalecido tras su permanencia en el poder, cuenta con múltiples figuras con aspiraciones presidenciales: ministros, legisladores y dirigentes con mayor exposición nacional.

 En ese escenario, Carolina debe demostrar que su liderazgo trasciende la gestión municipal y que posee una visión de Estado capaz de unificar al partido y conquistar al electorado nacional.

En conclusión, las aspiraciones presidenciales de Carolina Mejía representan una posibilidad real, pero no exenta de desafíos. Su imagen de renovación, su liderazgo femenino y su capacidad de consenso son ventajas notables, aunque deberá contrarrestar las críticas sobre su experiencia y superar las tensiones internas del PRM.

El éxito de su proyecto dependerá de su habilidad para transformar su gestión capitalina en un discurso de alcance nacional y convencer al electorado de que puede trascender el apellido para consolidarse como líder propia.

El autor es periodista y magíster en Derecho y Relaciones Internacionales.

Reside en Santo Domingo.

Contacto: Quezada.alberto218@gmail.com

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