No se «protege» desmoralizando. Por Priyanka Rodríguez

Soy hija de un Policía. Uno que pudo tener muchos defectos, pero como miembro de esa fuerza del orden, se desempeñó ejemplarmente. Crecí en un ambiente policial y militar. Siempre he sido muy respetuosa – o por lo menos intentado serlo- de las leyes, y defensora de los miles de hombres y mujeres que pertenecen a las fuerzas castrenses, y que cada día dan lo mejor de sí. Sin embargo, no todos son hombres y mujeres de bien, porque en medio del manzano, siempre habrá alguna fruta podrida, incluso cuando nos referimos a cuerpos donde esos casos, deberían por mucho, ser la gran excepción, cosa que con el pasar de los años nos decepciona seguidamente.

Y luego de este preámbulo, debo referirme a un tema que muchos han tratado. Algunos desde la inquietud, preocupación, profesión, empatía, solidaridad…otros, desde el morbo, el malestar consigo mismos, desde la burla que se encuentra presente en aquellos que necesitan sentir que encajan acogiéndose a olas, sin entender que seguirán siendo los mismos infelices que al mirarse al espejo, no observan ni sombra de lo que proyectan. Hablo del caso del periodista Edward Ramírez y la lastimosa actuación de agentes de la Policía Nacional, así como las declaraciones de su director de comunicaciones, el Coronel Diego Pesqueira.

Iniciemos por el DEBIDO PROCESO. El mismo que lanzaron a la basura y luego intentaron disimular presentando una imagen que no dice más, que lo declarado por el periodista en su video, titulado “Mi verdad”. Más allá de las llamadas, la incautación posterior del celular en conjunto con otras pertenencias, que no significaran nada las explicaciones expuestas, subirlo en un camión y continuar operativo hasta las seis de la mañana para luego encerrarlo en una celda del destacamento de Naco, quiero preguntar por todo lo posterior, que claramente fueron procesos violentados a las consideraciones de uno o más agentes, que entendieron pueden hacer lo que les plazca y cuando les plazca con los ciudadanos.

No obstante, en medio de todo esto, luego de 24 horas, la prensa dominicana, solidaria entonces, al igual que diversas figuras, periodistas, comunicadores, amigos allegados a los amigos y amistades, etc., compartieron sin mediar palabras aquella imagen con el título “Desaparecido”, que encogió el corazón de muchos, empezando por el de la madre de este joven, quien le esperaba.

Pero resulta, que mucho más allá de esas 24 horas reglamentarias, luego de estar esa imagen que puedo asegurar nadie quiere estar allí, la Policía Nacional se hace eso y publica en sus redes una información que titula: “La policía activa búsqueda y localización de periodista reportado desaparecido”. ¡Oh wao, qué eficientes!

Respondieron llamadas y mostraban esfuerzos en la búsqueda, pero resulta, que al parecer el proceso establecido de reporte de apresados también está fallando dentro del cuerpo del orden, porque mientras una parte “buscaba al desaparecido”, otra lo tenía encerrado, sin comunicación, y de paso, violentando sus derechos y su propia ley.

Luego de casi 48 horas, cuando por fin aparece Edward Ramírez, se arma un alboroto dentro de las filas de los exgrises.

Y allí entra el director de comunicaciones, muy amado y respetado por muchos, durante mucho tiempo, incluso por mi persona, quien indica que se encuentra en investigación para aclarar las circunstancias en que el periodista fue apresado, ya que este es su amigo incluso. El principio de una campaña fatal.

Edward publica SU VERDAD, y el Coronel, hace su jugada maestra: “fue apresado en conjunto con dos hombres más, saliendo de un espacio oscuro, alterados y sudorosos”, se investigan las circunstancias. Con amigos así, nadie quiere enemigos.

El circo puso en relieve sus mejores payasos. Esos agentes pasaron de ser victimarios a ser víctimas; la víctima a ser objeto de desmoralización y burlas sin igual, propiciada por una nota con doble sentido y muy baja, de la institución que debería contar con credibilidad como ninguna otra.

Y repito como otras tantas veces: la fiebre no está en la sábana. La policía no cambiará porque le pongan uniformes azul oscuro en vez de grises. Tampoco porque les coloquen reflectores a sus uniformes. La institución cambiará cuando la podredumbre sea extirpada desde las entrañas. Cuando sean castigados los agentes que incurren en violación de derechos, incluso, esa misma violación de derechos que podría ocurrirme a mí, a usted, o incluso a cualquiera de los que se han sumado a la ola de burlas, provocadas por esa misma institución, sí, esa misma.

Sin embargo, las declaraciones y excusas emitidas por el Teniente Coronel González González, comandante del C1 (Naco), dice mucho y dice nada. En primera instancia derrumba la muy maliciosa nota publicada por el cuerpo del “orden” al que pertenece y, por otra parte, me cuestiona sobre si realmente tiene control sobre los agentes que comanda. Que, dicho sea de paso, me atrevo a decir que será trasladado de su comando actual. No por su accionar, sino, por pedir excusas.

Termino, diciéndole estimado Cnel. Pesqueira, que estoy muy segura que ese circo que ha pretendido acabar con un individuo que quieran o no reconocerlo, ha sido víctima de la brutalidad de agentes de su institución, no quisiera verlo usted alrededor de ninguno de los suyos. Mucho menos de su entorno de primer grado.

No sirve buscar un español o un colombiano, si al parecer ni un dominicano es capaz de conocer sus códigos internos para reformarlos. 

Hoy ha sido Edward, pero el poder, los rangos y los uniformes, no son eternos. Que Dios les bendiga.

 Lucas 23:34: “Jesús, incluso mientras estaba siendo perseguido, oró por sus atormentadores”.

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